Se presenta el diálogo como encuentro fortuito. Esto tiene siempre su valor. No es una quedada planificada, sino una sorpresa para ambos al hilo de la vida misma. Se trata de vivir, por lo tanto, de una manera concreta: abiertos al diálogo, a lo que ocurre, a la persona con la que nos encontramos, y ser capaz de abrir un espacio original y originante. El diálogo convierte las preguntas y respuestas en una especie de examen de la vida en torno a un tema (diatriba).
El tema va a cambiar. Sócrates quiere escuchar la conversación entre Fedro y Lisias, y Fedro quiere ir directamente al asunto, que para él es el erotismo, el amor y la pasión erótica. En seguida se traslada, con una diferencia fundamental: si bien en Sócrates lo central son las personas en su conversación, que sabemos que de manos de un sofista no es nunca natural, para Fedro las personas han sido temáticamente sustituidas y están al servicio de algo diferente a ellas, despersonalizado, aunque no ajeno a lo humano.
Cuando Sócrates acepta, acepta preguntando, pero lo interesante es la descripción que hace del diálogo como "mejor acción libre". De nuevo, aparece el término empleado para "tener tiempo" (ascholías), acompañado de un superlativo y el sustantivo "prágma". El diálogo es, como bien sabemos, una acción que nos hace. Lo recuerda aquí Sócrates, antes de meterse en más jaleos. Una acción que nos convierte en aquello en lo que estamos involucrados. Y que, además, posee un horizonte amplio que es el intento de proximidad al bien. Nos encamina, desde donde estamos, en esa dirección y sentido. Hay que hacer camino aprovechando el tiempo disponible. Humanizándolo de tal modo que se amplíe aún más su posibilidad, en lugar de permitir que se consuma en sí misma.
Σωκράτης
τί δέ; οὐκ ἂν οἴει με κατὰ Πίνδαρον “καὶ ἀσχολίας ὑπέρτερον πρᾶγμα” ποιήσασθαι τὸ τεήν τε καὶ Λυσίου διατριβὴν ἀκοῦσαι;
Fedro presenta el tema a Sócrates con un "te interesa" un tanto complaciente y adelantado, demostrando que maneja -también, como Sócrates- ciertas artes sofísticas para atraer el interés -del todo innecesario- por aquello que se dirá y escuchará. No se impacienta, pero sí pone en camino.
El asunto elegido, que viene de un escrito de Fedro, es uno de esos temas en los que Sócrates reconoce que es sabio, que sabe algo más que otros: el amor erótico. Aquí se trata, por lo que dice Fedro, de conquistar a quien no nos ama, más que complacer a quien nos ama. "La gracia del asunto" es el convencimiento del otro, la capacidad para cautivar y despertar "el eros" de otros.
Φαῖδρος
καὶ μήν, ὦ Σώκρατες, προσήκουσα γέ σοι ἡ ἀκοή: ὁ γάρ τοι λόγος ἦν, περὶ ὃν διετρίβομεν, οὐκ οἶδ᾽ ὅντινα τρόπον ἐρωτικός. γέγραφε γὰρ δὴ ὁ Λυσίας πειρώμενόν τινα τῶν καλῶν, οὐχ ὑπ᾽ ἐραστοῦ δέ, ἀλλ᾽ αὐτὸ δὴ τοῦτο καὶ κεκόμψευται: λέγει γὰρ ὡς χαριστέον μὴ ἐρῶντι μᾶλλον ἢ ἐρῶντι.
Es un escrito del que hablan. Si bien Sócrates no escribía, Platón sí que se actualizó en esta nueva mecánica, con sus inconvenientes y fortunas. Un escrito frente a un diálogo, o un escrito que da pie a un diálogo. Lo mismo que cuando Sócrates antes ha citado a Píndaro o a Homero en otras ocasiones.
La cuestión de fondo fundamental va a ser a quién hay que complacer y congraciar, no teniendo que complacer y congraciar a todos, según parece. Podría ser de otro modo, pero el eros necesita algún tipo de impulso y es siempre selectivo. Entonces, distinguiendo como nos gusta distinguir, se hacen dos tipos de grupos o personas: a quien no se ama (mé erónti) y a quien se ama (erónti). Es decir, que se reconoce y estable de partida una contradicción entre dos formas de amor: la gracia y el erotismo. La gracia sería el ámbito propio de la reflexión y la actividad volitiva de la persona, mientras que el eros es un impulso. Y lo curioso, en la presentación de Fedro y Fidias, es que no es necesario que vayan juntos. De ahí que se revele desde el inicio la independencia de uno frente a otro, mientras que, por lo que parece, el hombre queda irremediablemente esclavo del eros y no puede sino reconocer semejante ímpetu y atracción interior como algo divino o casi divino. Este será el punto de arranque del diálogo.
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