viernes, 3 de mayo de 2024

APOLOGÍA DE SÓCRATES. Día 31. (Platón, 27b - 28a)

Quiere Sócrates hoy mostrar a Meleto cómo se contradice sin querer, por no haber pensado la dificultad de los temas sobre los que habla. Quizá le pase a Meleto y no solo a Meleto. De modo que este pequeño interrogatorio puede ser para cualquiera que se atreva a responder rápido y concisamente. 

Comienza Sócrates hablando y terminará también sentenciando. Se trata de un golpe conciso y duro. Tan rápido como un sacrificio.

¿Existe algún hombre, Meleto, que crea que hay cosas humanas pero no crea que haya hombres? Que responda, atenienses, y no proteste tanto. ¿Existe alguien que no crea en los caballos pero sí en las cosas de caballos? ¿Existe alguien que no crea en los flautistas pero sí en cosas de flautistas? No lo hay, querido. Si no quieres responder, yo te lo digo y lo digo también a todos estos. Contéstame ahora: ¿existe alguien que crea que hay cosas demónicas pero no crea en démones? 

No, no existe. 

Has hecho bien en contestar a duras penas, obligado por estos. Dices, pues, que creo en cosas demónicas y las enseño, sean nuevas o viejas, pero que creo en cosas demónicas, según tus palabras, y lo has jurado en la acusación. Si creo en cosas demónicas, es bien necesario que crea que existen démones, ¿no? Sí. Ya que no respondes, interpreto que estás de acuerdo. ¿No pensamos que los démones son o dioses o hijos de dioses? ¿Sí o no?

Sí. 

Luego si acepto démones, como tú mismo dices, si los démones son dioses, resulta lo que vengo afirmando: que nos propones un enigma por diversión, ya que dices que no acepto dioses y dices también que sí acepto dioses, puesto que acepto démones. Y si los démones son hijos de dioses, bastardos que han tenido con las ninfas o con las demás mujeres de las que se dice que los tuvieron, ¿qué hombre hay que piense que existen hijos de dioses pero que no existen dioses? Sería igual de extraño que si uno pensara que existen hijos de caballos o de asnos, los mulos, pero pensara que no existen ni los caballos ni los asnos. No queda otra, Meleto, sino que me has lanzado esta acusación para ponernos a prueba, porque no concibo que me estés acusando de ningún delito verdadero. No hay recurso alguno por el que puedas convender a nadie, por poca inteligencia que posea, de que el mismo hombre acepta cosas demónicas y divinas y no acepta ni démones, ni dioses, ni héroes. 

El poder de una afirmación en una contradicción es mayor que la negación. Lo que se afirma sale a la luz mostrando que lo que se niega es en verdad falso. Hay una verdad en la contradicción y no está escondida. La cuestión es por qué no se defiende siempre, por qué se abandona en determinado momento, por qué no se quiere reconocer, o se oculta, o se enfrenta a lo que de verdad sí se cree. ¿Qué tipo de juego es este, en el que se puede ocultar lo que también ha salido previamente, o saldrá después, a la luz?

Una cuestión es clara: la que enfrenta algo del género con su género. Y aquí se da por supuesto que, como es evidente, toda cosa que conozcamos y con la que tratemos pertenece a una realidad superior, a un género. No hay nada que esté aislado, que no sea comparable, que no se pueda reunir con otros. ¿Salvo Dios, quizá? O de Dios también se conoce a través del ser humano. El tema es precisamente lo religioso, lo divino, lo demónico (término usado para evitar la connotación de lo demoníaco, pero podría ser igualmente lo espiritual.). El asunto es que toda realidad deja rastro. Aunque no se pueda ver directamente, en sus huellas y frutos se conoce. Y Sócrates defiende que él sí cree en démones, y que así lo enseña según parece por lo que dice Meleto, luego a todo el mundo resultará evidente que Sócrates cree en dioses. Salvo que sea una ironía y ahora él, jugándose el tipo, esté haciendo un examen al tribunal entero para ver si piensan algo, además de escuchar cosas. 

La participación de algo en su todo es interesante. Porque revela que todo tiene un hueco en la realidad y que nace en esa conexión y de ese vínculo superior. La cosa está, pero no por encima de lo demás. Las cosas están debajo, dentro de una jerarquía que, de forma razonable, nos obliga a decir algo de una cosa que siempre está conectado con otras cosas de su linaje. Nada hay tan suelto que no esté en conexión con lo demás. Por lo tanto, cada singularidad es una realidad abierta que apunta en otra dirección distinta de sí, en la que se describe una realidad mayor, que los seres humanos usan constantemente en su lenguaje y que, por lo mismo, conocen en cierto modo. Es lo que ha pasado por alto Meleto. 

Además, conviene notar en este momento que Meleto se resiste a responder. Desde el primer momento se ve encerrado dolorosamente en su contradicción y no la acepta. Se va quedando sin palabras hasta llegar al silencio. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario