Dicho de otro modo lo que ayer escribí en el blog: mejor fiarse y preguntar, en principio, a quien conoce de lo justo y lo injusto, alejándose un poco de esa voz común, que es la mayoría, que lo tiene todo claro y en su horizonte solo cabe una opción sin error por su parte. El sabio es capaz de hablar de lo justo y lo injusto, de los contrarios y de esa "guerra" enfrentada. El sabio no puede centrarse solo en lo justo, como sí piensan los muchos, cuya palabra es la ley.
La repetición en Sócrates es diferente, porque siempre ha quedado sometida a examen mientras preguntaba a otros y siempre quiso ser refutado para mejorar. Su salida a la plaza pública, que es harina de otro costal, no se realiza de modo turístico o magisterial, sino sabiamente en búsqueda de la sabiduría. O, lo que es lo mismo, en la apertura a lo que pudiera encontrar y recibir en el otro, con el que procuraba el encuentro. Esto es lo que le dice precisamente a Critón, ahora que concluyen que el método -y lo alcanzado a través del método- se mantiene en pie.
Tienes razón. Pero, mi buen amigo, este razonamiento que hemos recorrido de cabo a cabo me parece a mí que es aún el mismo de siempre. Examina, además, si también permanece firme aún, para nosotros, o no permanece el razonamiento de que no hay que considerar lo más importante el vivir, sino el vivir bien.
ἀλλ᾽, ὦ θαυμάσιε, οὗτός τε ὁ λόγος ὃν διεληλύθαμεν ἔμοιγε δοκεῖ ἔτι ὅμοιος εἶναι καὶ πρότερον: καὶ τόνδε δὲ αὖ σκόπει εἰ ἔτι μένει ἡμῖν ἢ οὔ, ὅτι οὐ τὸ ζῆν περὶ πλείστου ποιητέον ἀλλὰ τὸ εὖ ζῆν.
Al menos de palabra, el amigo Critón se lleva consigo buenas palabras siempre. Que si querido, que si buen discípulo, que si buen amigo. La concordia afectiva está, en lo humano y como de costumbre, garantizada. Aun para decirle que está equivocado y que debe salir, cuando antes, del error. Porque lo que está haciendo Critón es precisamente el ejercicio que está exponiendo Sócrates consigo mismo ante él. Sócrates es para Critón el amigo que sabe de lo justo y lo injusto y que espera que, en algún momento, se pueda escuchar la verdad por la verdad misma, es decir, la verdad hablando como tal a uno y otro. En esas permanece, junto a su razonamiento, a través de estas palabras que se van construyendo y encadenando entre sí alumbrando, de nuevo y como nuevo, una vez más el "logos" audible, comprensible, aceptable y vivible, aunque vivirlo cueste la vida misma.
No se trata de "vivir", como en el bios, sino de vivir como el zoe, y, dentro del zoe, el bueno, en oposición, si se quiere decir así, a todo lo demás. Éste es el reto. Pero un vivir puesto así de relieve parece del todo insuficiente, por insatisfactorio o algo por el estilo. Si no es un buen vivir, será un mal vivir. Y el mal vivir, dañará inevitablemente a alguien, después que a uno mismo.
Anclado en esta "idea", de la posibilidad misma de un "buen vivir" en contraposición a todo lo demás, aunque solo sea por estar frente a ella con la luz de la razón o el deseo, todo lo demás parecería desestimable y, al vivirlo, provocaría un dolor extraño por sí mismo. Que es lo que ocurre, por ejemplo, con el aburrimiento y el tedio, en los que la vida no puede expresarse y queda atrapada, o en la quiebra de sentido por la acción de uno mismo consigo mismo, que la misma persona consciente se imputa a sí misma como destructora de sí misma. La "idea" ya supone una ruptura con toda realidad, sin parangón alguno posible. No es un discurso leído, no es algo aprendido. Aparece de primeras como una pregunta exigente y que reclama toda la atención de la persona. No queda otra una vez escuchada. ¿Se trata por tanto de la palabra en la que la verdad se dice a sí misma, siempre más, insatisfactoria y escandalosamente más? ¿Se trata de esta verdad que se muestra?
Y, cómo no, se pregunta descaradamente, para que el lector platónico no tenga que hacer mucho esfuerzo en la consideración.
¿La idea de que vivir bien, vivir honradamente y vivir justamente son el mismo concepto, permanece o no permanece?
τὸ δὲ εὖ καὶ καλῶς καὶ δικαίως ὅτι ταὐτόν ἐστιν, μένει ἢ οὐ μένει;
Me parece que en las palabras griegas hay menos carga "intelectual" que en la traducción, y que se dirige más como obligación que como normalmente comprendemos el término "idea". Supongo que, en este sentido, algún que otro lector habrá quedado confundido. Aquí se dice más bien la pregunta por si este "bueno", este "bello" y este "justo" obligan o no obligan, siendo, como son, una misma realidad. De tal manera que se abre mucho el horizonte para una razón ampliada, capaz de dejar a un lado una vía estrictamente "intelectual" y abriendo su propio ser a su propia conciencia a través de lo bueno, lo bello y lo justo. No son pocas preguntas, no es cuestión baladí.
En cierto modo, la pregunta la tiene hecha en su propia vida y en el diálogo íntimo consigo mismo cualquier persona abierta a la consideración de sí mismo. Me temo que es inacallable, como audible es la verdad citada anteriormente.
Esta conexión será luminosa, porque serán entonces formas de darse la verdad y la vida a la persona, según el órgano que reciba tales indicaciones. Especialmente destacando entonces ese vínculo original, primordial y eterno que tenemos con la verdad y que nadie ha puesto en nosotros como si se tratara de un relato conmovedor o para dotar de sentido al sinsentido. Se tiene y se tiene eternamente.
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