martes, 15 de junio de 2021

PROTÁGORAS. Día 37. (Platón, 326e - 327b)

Sin duda, Protágoras está dando una lección de saber dónde está y con quién habla, y qué sistema ordena la convivencia en la ciudad. Algo que a una mentalidad como la mía, con siglos de distancia nos cuesta percibir, es la no consideración de todas las personas en igualdad de condiciones. Hoy, por lo menos, lo tenemos como principio rector teórico, aunque bien sabemos que en la práctica se baila con otro son. El caso es que Protágoras sabe que no habla para todos. Se debe escuchar así. 

Se repite. Otra vez con eso de que la virtud es enseñable. Por eso todos se afanan en ello, en lo privado y lo público, en casa y fuera de ella, estando en casa o yendo de viaje. Le ha faltado decir eso. Tanta preocupación no puede ser banal. E interpela directamente a Sócrates, a quien de vez en cuando se dirige y olvida a todos los demás en la escena. Recuerdo que había mucha gente, ya difuminada. 

τοσαύτης οὖν τῆς ἐπιμελείας οὔσης περὶ ἀρετῆς ἰδίᾳ καὶ δημοσίᾳ, θαυμάζεις, ὦ Σώκρατες, καὶ ἀπορεῖς εἰ διδακτόν ἐστιν ἀρετή; ἀλλ᾽ οὐ χρὴ θαυμάζειν, ἀλλὰ πολὺ μᾶλλον εἰ μὴ διδακτόν.

Es tozudo, pero es el tema. ¿De qué habla cuando habla de virtud? ¿De una rutina y un hábito que se puede imitar y repetir? ¿De un acto concreto? ¿De una forma de pensar? ¿De qué está hablando? ¿A qué se refiere con lo de justicia: a comportarse como la ley dice o algo más? ¿A dónde conduce la virtud, si es que conduce en alguna dirección? 

Ahora llega una gran pregunta y una gran lección. La pregunta: ¿Por qué, entonces, de padres excelentes nacen muchas veces hijos vulgares? La respuesta: Sobre unos flautistas que deben tocar la flauta para que la ciudad siga en pie y se esfuerzan en transmitir a todos, porque depende de todos, el flautismo, porque sin flautismo se destruiría; no cualquier flautismo, sino un buen flautismo, porque no vale con hacer sonar la flauta, que no requiere aprendizaje alguno, sino hacer música con ella y buena música, claro. 

Hay, por tanto, un saber que sostiene la ciudad y una acción asociada a ese saber, siendo la acción y no el saber el que sostienen la ciudad, aunque no hay acción sin saber correspondiente. Y la pregunta es si esta relación determinante respecto del saber y la convivencia es transmitible. Pero yo preguntaría si hay ciudad realmente por el hecho de vivir juntos, sin más. O si no es que la vida tiene que defenderse de ella de algún modo en la ciudad, para no quedar absorbido en las comunes prácticas impuestas a todos desde el saber de unos que llegan de antes y que lo transmiten a los de después. O algo por el estilo, mejor expresado. No tengo tiempo de redactarlo mejor. Sigo. 

A Protágoras le parece evidente que todo pende de un saber y que sin ese saber la convivencia sería imposible como proyecto común. Y, sin decirlo, establece un saber como constitutivo de la convivencia para la que la persona no está preparada por sí misma con las herramientas propias de su vida y, por lo tanto, debe aprender a amoldarse y a comportarse según la ciudad. Y aceptar de buen grado, porque ahí también hay parte de esta justicia, el aplastamiento que genere su acomodación al medio, la adaptación. E, insisto, nada dice de cuál es el origen de todo esto. Porque él sabe dónde quiere llegar. 

Protágoras tiene una intuición que, tomada por sí misma, es espléndida. La virtud y la justicia nos benefician mutuamente. Tras esta pista, si pudiéramos seguir sin más, llegaríamos lejos. En más de una ocasión me he referido al "mutuamente" y lo crucial que es en todas las dimensiones. Y me parece que el vínculo de lo justo con la virtud, respecto de las relaciones con otras personas es imprescindible y casi la misma palabra, aunque no del todo. Porque la justicia sigue entendiéndose como bien, pero no se llama así finalmente aún pudiendo ser una concreción de todo esto en dirección a la esencial. O la justicia encamina a la virtud o la justicia nace de la virtud.  

λυσιτελεῖ γὰρ οἶμαι ἡμῖν  ἀλλήλων δικαιοσύνη καὶ ἀρετή

Cuando se trabaja sobre el "mutuamente" se produce algo misterioso. Queremos condensar en esta palabra más de lo que la palabra puede albergar y transmitir y la damos por supuesta y reconocida. Pero no puede haber mutuamente sin un origen y tampoco la justicia se expresa en la igualdad en la balanza, para dar lo que se recibe y recibir lo que se da y después devolverlo. La referencia bíblica, para mí fuente del auténtico "mutuamente", es el lavatorio de pies. Solo después de lo abrupto y provocador que es que el maestro lave los pies a los discípulos, y solo entonces, se habla allí del mutuamente en una comunidad formada bajo el más que signo del amor de Dios. Aquí Protágoras, aunque quiera, no sabe cómo alcanzar ese origen en la convivencia que después despierte, no la reciprocidad, sino la donación de unos hacia otros. Que es probable que sea, y queda dicho también, el único ejercicio sincero en el que alguien puede mostrar a otro la virtud y así, a lo mejor y solo a lo mejor, el otro pueda hacerse con ella interrogándose por lo que ha sucedido. No es una enseñanza al modo como queremos las personas enseñarnos las cosas incapacitándonos a la vez para la auténtica virtud. 

Entre los que escuchan, recuerdo, algunos están sin más sentados escuchando. Y esta es toda su actividad. Ojalá que estén prestando la atención que, según el mismo Protágoras, es imprescindible para hacerse cargo de algo en una conversación que pretenda enfocarse en la dirección en la que se puede iluminar en algo el misterio que quieren esclarecer. 

Inmediatamente después de citar el "allelón" y ponerlo encima de la mesa, desaparece. Porque ya alguien está confundiendo lo justo con lo legal. 

Hay algo en las palabras de Protágoras, con las que hoy termino, que creo que sería la pista por la que Sócrates debería empezar la refutación. Dice Protágoras algo así como que no ponemos el esfuerzo suficiente en enseñar, que lo hacemos a medias, sin la dedicación y generosidad que corresponderían a semejante actividad, noble entre las nobles. Como lo hacemos pobremente el resultado es igualmente pobre. Sin embargo, si comenzamos por ahí, por el empeño y la dedicación y la entrega que se puede dar en alguien que quiera enseñar a otro, siendo sabio quien enseña, quizá el sabio sea el primero en confesar abiertamente que esto es imposible en esta dirección y al modo como otras cosas se comunican entre las personas; que igual que no es posible dar vida a nadie una vez nacido, ocurre con la virtud y la sabiduría en última instancia. Y el sabio que lo intente, siendo sabio sabrá reconocerlo. A lo mejor el ignorante no. A lo mejor el que no lo intenta siquiera puede hablar de cualquier modo. Pero el sabio que lo desee realmente, porque esté la vida de su amor en juego, lo sabrá perfectamente. Es imposible y solo cabe sufrir y acompañar. 

El "mutuamente" ha sido de los temas filosóficos que más entrega me pide, desde hace tiempo. De los que se hablan en positivo. Para mí conecta perfectamente con su cara oculta, la envidia. De la cual he hablado ya alguna vez. Voy tomando nota. Ojalá alguien se dedicara con verdadera capacidad a ello. Sería una tesis doctoral preciosa. Y nuestro tiempo está muy necesitado de ello. 






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