lunes, 19 de abril de 2021

Leyendo REPÚBLICA de Platón (37)

Comienzo en 351e hasta 352a.



En el fondo, es muy simple: la justicia conduce a la concordia y la amistad. No sabemos cómo realmente, ni qué ocurre. Porque se trata de un orden social al que solo llegamos por la contemplación, dejando de mirar lo más inmediato, para volver luego a mirarlo más de cerca y fijarnos bien. La proyección socrática sobre el mundo, con sus preguntas, de nada serviría si lo dejara todo igual. ¿Será que las personas entonces tienen que dejar de hablar y ponerse a hacer algo? ¿O será más bien, atención, que las personas en el diálogo son ya transformadas por el diálogo, traspasadas por lo que contemplan, convertidas en agentes, ahora sí, de algo más que la mera incomodidad, como resistentes y aspirantes?

O demasiado simple, o extraordinariamente complejo. O ambas. 

Hay una idea de la filosofía hoy, muy ligada al pensamiento crítico, que en realidad esconde lo que esta palabra significa y la deja en permanente debate -airado y airando- contra la injusticia, que en el fondo lo que pretende y hace -y lo sabe hacer muy bien- es enfrentar. Sin embargo, otra filosofía se trabaja más en el silencio y la conversación entre amigos como construcción esperanzada, como intento de mostrar la belleza, el bien y la verdad. La filosofía socrática viaja en esta dirección, la del acercamiento. No por la uniformidad, sino porque confía en que la proximidad del diálogo alumbra más fácilmente la verdad. Y estoy convencido de que es así, frente a todo lo demás. La cuestión de la verdad y la mentira son puramente personales. De ahí la necesidad de tratar primero lo humano. 

Trasímaco consiente que la injusticia, aunque sea en una sola persona, siempre irá en la misma dirección: disputa, enfrentamiento, división, odio, separación encaminadas a la búsqueda de la fuerza suficiente para dominarlo todo. El injusto, al menos por ahora, tiene esta capacidad, nada desdeñable, de quebrarlo todo y asegurarse pervivencia y poder en la medida en que triunfa el desconcierto y el desacuerdo. Es decir, su acción tiene por objetivo que toda paz posible no aparezca, de ningún modo. 

Sócrates lo llama "propiedad de la injusticia" en este libro, lo propio de ella, en la sucesión de dos momentos: primero, incapacidad para obrar en conjunto; segundo, existencia en la enemistad. 

οὐκοῦν τοιάνδε τινὰ φαίνεται ἔχουσα τὴν δύναμινοἵαν ἂν ἐγγένηταιεἴτε πόλει τινὶ εἴτε γένει εἴτε στρατοπέδῳ εἴτε ἄλλῳ ὁτῳοῦνπρῶτον μὲν ἀδύνατον αὐτὸ ποιεῖν πράττειν μεθ᾽ αὑτοῦ διὰ τὸ στασιάζειν καὶ διαφέρεσθαιἔτι δ᾽ ἐχθρὸν εἶναι ἑαυτῷ τε καὶ τῷ ἐναντίῳ παντὶ καὶ τῷ δικαίῳοὐχ οὕτως;

Curioso poder el que parece tener la capacidad de imposibilitar. Y curioso enemigo el que riñe consigo mismo y todo lo demás. Pero ocurrir, ocurre. 

Trasímaco asiente con una especie de "amén" orgulloso de que Sócrates le esté entendiendo tan perfectamente, creyendo que así se vence a alguien y se le somete a voluntad. Siempre me cabe la pregunta de quién lleva aquí el diálogo y plantea el tema. ¿No es quien pregunta realmente y no quien responde? ¿Aquí preguntar es afirmar o es una pregunta sincera?

Pues detengámonos en eso precisamente, examinemos al "injusto" consigo mismo, en sí mismo y con atención. Siendo injusto y obrando así, ¿también hacia él mismo? Y la respuesta es: ¡Evidentemente que sí! ¡De dónde, si no, proviene la maldad y quién la sufre primero, antes que nadie: el injusto! 

En consecuencia, el injusto es incapaz de obrar porque está siempre en conflicto, sin saber hacia dónde ir y en discordia por falta de consenso, y después, además, hostilizándose. 

καὶ ἐν ἑνὶ δὴ οἶμαι ἐνοῦσα ταὐτὰ ταῦτα ποιήσει ἅπερ πέφυκεν ἐργάζεσθαιπρῶτον μὲν ἀδύνατον αὐτὸν πράττειν ποιήσει στασιάζοντα καὶ οὐχ ὁμονοοῦντα αὐτὸν ἑαυτῷἔπειτα ἐχθρὸν καὶ ἑαυτῷ καὶ τοῖς δικαίοις γάρ;

Casi lo mismo que respecto de dos o más. Salvo que aquí se retira del primer momento "lo común" y aparece en el "no-acuerdo consigo mismo". Un detalle significativo, que abre una enorme comprensión sobre el problema del mal. 

Sócrates cambia: "¿Y los dioses son justos?"  Trasímaco complace. Sócrates concluye: "Luego el injusto será hostil a los dioses, y el justo será amigo de ellos."

καὶ θεοῖς ἄρα ἐχθρὸς ἔσται  ἄδικος Θρασύμαχε δὲ δίκαιος φίλος.

Hasta aquí hoy. Mañana más. En otro momento ya estudié el tema de los dioses, por encima siempre, dada mi capacidad. Pero resultó apasionante entrever la cuestión al modo como Sócrates la plantea. Y es bello contemplar hoy la "piedad" como justicia que convierte en amigo a aquel que trata con ellos. Una especie de amistad temática, en la que el tema desborda con mucho la posibilidad de verlo cerrado y ante los ojos, si es que algo se puede ver de ese modo realmente. 

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