Comienzo en 350c hasta 350d.
Con mirada amplia, lo que está ocurriendo en el diálogo no puede pasar desapercibido a ningún lector. El diálogo calma, serena, tranquiliza, pacifica. Los primeros golpes con los que empezó Trasímaco a enfrentarse a Sócrates sin duda alguna hieren, distancian. Solo el quedarse socrático y permanecer resistiendo en el diálogo y conducir una y otra vez con preguntas pueden -ahora sí- dar a luz un hombre nuevo ajustado con su propia racionalidad. El Trasímaco exaltado del inicio se modera y adquiere "prudencia" (una forma de inteligencia) con la paciencia del interlocutor y mirando la realidad con un método sencillo, sin alambiques, sin púas. De este modo puede avanzar la razón. Sócrates y Trasímaco, y no es cualquier paso, se reconocen "homologados", se reconocen "de acuerdo".
Pocas veces encontramos en los textos platónicos la referencia al esfuerzo y la vergüenza como se describen respecto de Trasímaco. Y se apunta, creo yo, no para ridiculizar a Trasímaco, sino más bien al contrario, para poner en valor, para destacar el esfuerzo que hay que hacer para cambiar de opinión, para cambiar públicamente al menos de parecer y en el modo de aparecer ante los demás. No es que Trasímaco haya chocado con Sócrates, sino sobre todo consigo mismo y su dureza.
Para empezar, que nadie piense que fue tan fácil, rápido y sencillo. O sea, esto es una "síntesis" de algo mucho más extenso, difícil, complejo, como es la conversación entre dos personas cuyo punto de partida sea enfrentado, casi agresivo. Pero cabe esperanza, en la medida en que la Razón serene la racionalidad y deje verse en cada uno.
Merece la pena leerlo bien todo y apareciar las palabras.
"Trasímaco convino en todo esto, pero no tan fácilmente como lo narro ahora, sino que lo hizo compelido y a regañadientes, con gran sudor, más aún por el calor que había. Entonces vi algo que nunca había visto antes: Trasímaco enrojecía. Ahora bien, después de que hubimos convenido en que la justicia es excelencia y sabiduría y la injusticia, en cambio, malogro e ignorancia, dije:..."
Lo divido, en griego -siempre desde lo disponible en la web Perseus-, para verlo poco a poco, con mayor detenimiento:
ὁ δὴ Θρασύμαχος ὡμολόγησε μὲν πάντα ταῦτα,
οὐχ ὡς ἐγὼ νῦν ῥᾳδίως λέγω,
ἀλλ᾽ ἑλκόμενος καὶ μόγις,
μετὰ ἱδρῶτος θαυμαστοῦ ὅσου, ἅτε καὶ θέρους ὄντος
—τότε καὶ εἶδον ἐγώ, πρότερον δὲ οὔπω, Θρασύμαχον ἐρυθριῶντα—
ἐπειδὴ δὲ οὖν διωμολογησάμεθα
τὴν δικαιοσύνην ἀρετὴν εἶναι καὶ σοφίαν,
τὴν δὲ ἀδικίαν κακίαν τε καὶ ἀμαθίαν, ...
Ojalá pudiera detenerme más en la descripción de este ejercicio (también físico y no solo del alma, como se vende a Platón comúnmente, con un dualismo torpe, desgarrador y despreciativo) en el que la persona enteramente se sitúa en diálogo.
Se ponen de acuerdo, efectivamente, a través del ponerse de acuerdo. Y no es un juego de palabras. Con contenido, no meramente formalismo, no con modos abstractos. Hay distancia respecto de las "cosas mismas", pero no despreocupación ni ruptura. No sé cómo decirlo exactamente, porque las palabras que tengo no son del todo adecuadas ni para mí, así que pienso algunas veces en que no se pueden leer de modo simple, sino como pistas o señales hacia eso que es lo que quiero señalar. Lo dicho, no es "alejamiento" de la realidad, sino vérselas precisamente con ellas.
Lo alcanzando no es poco, aunque se pueda decir en una frase. ¿Hablamos de concordar, de homologar personas? ¿Pasamos ahora a concordar, también a homologar la realidad? ¿Se trata de ordenar, situar, colocar, contemplar las vida en su comunión y su ruptura, en su horizonte y su límite? Lo repito, concuerdan las personas y la realidad. Y cuando hay concordia entre las personas, hay desacuerdo en la realidad. Se invierte el desorden desde el orden entre las personas. Cuando Trasímaco y Sócrates se dan la mano, la realidad se divide. Y lo que parte en dos la realidad, quizá más la que está por estrenar y por llegar que aquella que se analiza a toro pasado o como búhos en la noche, es: el bien y la sabiduría, que no se mezclan ni con el mal ni la ignorancia sino que las impiden, las borran.
El bien y la sabiduría, con todos mis respectos, es lo que más interesa a las personas, con diferencia. Aunque la palabra "interés" es terrible. Porque, al mismo tiempo, su alcance y recepción exigen el "desinterés" de algún modo.
Es curioso, por dar palos a los filósofos, como responsables de algo especial que ellos cultivan y guardan, que Sócrates (Platón, que a veces diferencio, otras lo confundo provocadoramente) sea explicado desde la ignorancia más que desde la bondad, que sea intelectualizado mucho más que "desbordado" por la raíz en la que está anclado, entre tierra y mar, más que "nublado" en los cielos: la búsqueda del bien como excelencia, con huellas en todo.
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