lunes, 12 de abril de 2021

Leyendo REPÚBLICA de Platón (30)

Comienzo en 349b hasta 349d.  



Brevemente, por situar. Están Sócrates y Trasímaco en conversación sobre la justicia. No hablando sin más, sino con intención de concordar, "homologarse" con la justicia. Al menos en lo que respecta a Platón. Porque Trasímaco se lo ha tomado como enfrentamiento. 

Si dibujásemos un triángulo, diría que para Platón la base de todo está en dialogar de tal modo que ambos señalen desde sí hacia arriba, apunten alto y salgan de su lugar. Trasímaco, que lo sitúa todo en el mismo plano, no tiene intención alguna de abandonar-a-sí-mismo. Para Trasímaco, la línea que une los dos puntos es como el juego de la cuerda, el que consiga atraer al otro hacia sí entonces ganará. Perdón por la simpleza del análisis. Intentaba ilustrarlo, pero ha quedado ridículo. 

Sócrates ha intentado hasta ahora varias formas para que Trasímaco acepte caminar juntos. Sin éxito. Lo que ha dicho Trasímaco es tan grave, aunque lo haya dicho jugando, que no puede irse de la conversación. Sócrates asume la obligación de no retirarse, de no ceder, de no vacilar y seguir con el examen del argumento. 

ἀλλὰ τόδε μοι πειρῶ ἔτι πρὸς τούτοις ἀποκρίνασθαι δίκαιος τοῦ δικαίου δοκεῖ τί σοι ἂν ἐθέλειν πλέον ἔχειν;

"¿El justo quiere superar en algo a otro justo?"

Si la respuesta fuera sí, entonces cabe hablar de distintas formas de justicia, distintos grados, diferentes peldaños que identificamos como justo en desigual proximidad con la justicia. Es decir, de la justicia se participaría de forma diferente. Cabría comparación con algo superior a ambos, incluso cuando uno de ellos lo realizara completamente. Si no, uno sería la medida de todo o, al menos, del otro. 

Pero Trasímaco, burlándose, responde que no. Entre los justos no hay "competición", tal y como está planteada la pregunta. En la justicia, no hay enfrentamiento. No se dispone de ese modo nadie a ser justo. Si fuera así, parece que no sería propiamente justicia. Podríamos llamarlo de otro modo. La justicia no lucha entre sí. Quizá colabora y se ayuda. Pero la intención no es llegar antes que nadie a ninguna meta, ni quedar por encima. 

Lo cual, para Trasímaco, es motivo de burla. El justo no hace esto porque es tonto o un niño, un inocente e ingenuo niño. Por eso inspira compasión la figura del justo. Precisamente por eso y no por otra cosa. Porque no lucha con los que son como él, ni quiere vencer en la "olimpiada" para ser proclamado héroe, santo, sabio o magnífico. Según lo dicho, los honores no van con él. Lo que hace, lo hace como un crío alejado de la vida y su seriedad. 

Sócrates continúa: "¿Tampoco quiere superar a la acción justa?" No a las personas justas, sino a las acciones justas. Como si fuera cuestión de vencer una marca establecida y tener un premio y reconocimiento, pasar al libro de los mejores en lo suyo. Y Trasímaco responde: "Tampoco." No se trata de esto. El justo, tal y como se entiende, lo que hace, si es que hace algo, no lo hace pensando en superar a nadie, ni a nada. 

Tercera pregunta de Sócrates: "¿Consideraría valioso, en cambio, superar al injusto, y creería que eso es justo, o pensaría que no es justo?" Y Trasímaco, que ya ha cedido bastante a su diferencia con Sócrates, quizá con la intuición de que, según su estrategia, está tirando muy fuerte de la cuerda hacia él y va cediendo terreno, recupera su actitud fundamental: "Creería (el justo) que es justo superar al injusto y lo consideraría valioso, pero no lo lograría."

τοῦ δὲ ἀδίκου πότερον ἀξιοῖ ἂν πλεονεκτεῖν καὶ ἡγοῖτο δίκαιον εἶναι , ἢ οὐκ ἂν ἡγοῖτο ;

ἡγοῖτ᾽ ἄν , ἦ δ᾽ ὅς , καὶ ἀξιοῖ , ἀλλ᾽ οὐκ ἂν δύναιτο .

Aceptamos entonces, y no sin sudar, que se repelen. Que la justicia sí es la superación (o el intento) de la injusticia, que ambos luchan entre sí. Aunque dicho de paso y rápidamente, es fundamental. Porque, si no fuera así, daría igual uno que otro. Y, según parece, no. Ni al justo, ni al injusto le da igual. O sea, situado obligatoriamente de un lado, aquí sí que hay que clarificar de parte de qué se está (o se intenta estar). 

Cómo es posible que en la humanidad puedan convivir contrarios, es un asunto para dedicarle tiempo. Y más en cuanto a su relación con el conocimiento, hasta de lo más directo o lo que más impacta en nuestra realidad. Por qué nuestra condición está preparada para decir una cosa y su contraria, de qué deriva tan poca finura o exceso. No sé cómo expresarlo bien, pero sería algo así como que en lugar de recibir y aceptar, se confundiera con nuestra función, capacidad o potencia creativa. O, teniendo que ir de la mano, una decidiera con orgullo que puede prescindir de la otra. El pensar comporta una libertad y responsabilidad en la que no reparamos habitualmente. 

Si algo admiro de los escritos platónicos es que se detiene con frecuencia en lo aceptado comúnmente para profundizar a partir de ello. No porque lo aceptado sea lo verdadero en sí, sino para continuar su investigación. Siempre lo he visto como una especie de prudencia básica y muy respetuosa. Trabaja así grandes temas, en los que nos podemos permitir ir demasiado deprisa. Más aún cuando la humanidad se renueva día a día en el mundo, terminando y empezando su camino continuamente. Una convivencia extraña, cuyo tiempo no se suma fácilmente. 

Lo dicho, Trasímaco sitúa justicia e injusticia en el mismo plano y, en esa situación, desprovistos ambos de cualquier poder y pudiendo vérselas cara a cara, según él el justo no tiene nada que hacer y será vencido reiteradamente por el injusto. No cabe, según él, otra solución. El injusto vencerá. 

Sócrates, sin éxito, le pide que no salga por peteneras y atienda lo que él mismo ha pedido: que se examine la argumentación. Como queriéndole sacar de lo que cree ver inmediatamente. Como pidiéndole que sea alguien racional, conforme a su razón y dignidad. Y recapitula y ordena. Y Trasímaco consiente calladamente. Porque igual que el justo quiere superar al injusto, el injusto pretende lo mismo. 

Ahora bien, al responder a esto, a la inversa de la lucha, el injusto de Trasímaco no quiere solo enfrentarse con el justo, sino con todos los demás. Es decir, también con los injustos por muy injustos que estos sean. Del lado de los justos, como se ha visto, colaboración y ayuda siendo parte de lo mismo, superior a ellos. Del lado del injusto, sin embargo, la máxima tensión. El injusto está solo frente al mundo y todos los que vivan en el mundo. Nada de colaborar y ayudarse en la injusticia, sino vencer también a los otros injustos siendo más injusto que ellos. Si del polo de lo justo se deriva entonces una posible visión comunitaria y solidaria de la humanidad y la convivencia, del otro polo lo contrario y lograr así "más que todos". Y yo sigo leyendo en esta interpretación y mirada que lo que el injusto quiere es salirse de la humanidad, incluso de la suya; considerarse religiosamente un dios y ser así considerado por otros. Que la injusticia no es, por tanto, sino endiosamiento de sí, o idolatrización de sí. Raíz, en el fondo, de todo egoísmo posible. Se mire por donde se mire. La guerra continua, salvo el exterminio de todos los demás. 

Como conclusión, Sócrates lo centra todo y lo dice con sus palabras, en relación a si "aventajar" o "no aventajar". 

ὧδε δὴ λέγωμενἔφην δίκαιος τοῦ μὲν ὁμοίου οὐ πλεονεκτεῖτοῦ δὲ ἀνομοίου δὲ ἄδικος τοῦ τε ὁμοίου καὶ τοῦ ἀνομοίου ;

Aquí es, a mi modo de ver, donde termina esto y hacia lo que apunta toda la conversación. En si hay alguna "ventaja" en uno u otro respecto de los demás, o si se trata en el justo de emparentarse lo máximo posible con la humanidad del otro, como en el injusto de separar su condición de la de cualquier otra persona. ¿De qué plenitud trata aquí Sócrates? 

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