lunes, 5 de abril de 2021

Leyendo REPÚBLICA de Platón. (23)

Comienzo en 345a hasta 345b

Estaba Sócrates hablando y, con o sin su permiso, ayer no cerré su intervención para dar mayor relevancia al corte que hizo. Con un Trasímaco crecido, que lanza un estertor rotundo para mostrar por fin lo que realmente piensa y quiere, a Sócrates solo se le ocurre apelar a su divinidad y apariencia, para ahora ponerse a examinar sin convencimiento alguno lo que ha dicho. 

Ya que no se cree que la injusticia sea lo más provechosa que la justicia, sea "oculta" o "manifiesta". Este "no me creo" es "no lo acepto", "no lo hago mío", "no lo asumo", es decir, o bien no hay espacio para ello, o bien choca con otra creencia que, dada su incompatibilidad, su contrariedad, su inconsistencia y carencia de fuerza. Brilla, pero no lo suficiente. O brilla demasiado, siendo solo apariencia. Peligrosa, por otro lado. Por la vertiente que Sócrates percibe. Porque no se trata de un ignorante que no sabe y habla, sino de quien usará engaño y violencia para dominar y someter a otros. 

Así que Sócrates le pide: "Persuádenos adecuadamente." Algo así como: "Intenta convencernos, que aquí resistimos todavía del otro lado y no te daremos fácilmente el poder que quieres tener sobre nosotros." Una resistencia que desenmascara, por lo tanto, y deja en evidencia. En esto sí que hay un profundo socratismo todavía en este discurso platónico. No se enseñará algo propiamente dicho, sino el proceder que detiene y que niega, en la forma del "daimon" que actúa en el silencio del alma de Sócrates. Cualquier opción, menos aceptar precipitadamente el discurso sin criterio, sin distancia, sin miramiento, sin reflexión. Está el riesgo el alma misma de quien escucha. Y, si quien escucha es médico, percibirá también la enfermedad del que propone tales cosas. En conclusión, a Trasímaco se le pide que se muestre, que se enfrente a sí mismo, que salga un poco más de su caverna, que se tope con la brillante luz del sol y deje su discurso puesto ahí delante, para comprobar si hay en él algo auténtico y original o se desvanece de un plumazo a la segunda pregunta. 

Dicho de otro modo, y merece la pena detenerse aún más, la confrontación filosófica es la profundización en lo real, la curación de toda esa superficialidad que encarcela con su propio a quien teme, haciendo temer a otros. Y digo de antemano que, si escuchar a Trasímaco no provoca algo de pavor en nuestro siglo, después de comprobar sobradamente que su locura puede llegar a hacerse patente y que pueden venir más y más como Trasímaco, lo nuestro no tiene cura. ¿Cómo cuidarse de Trasímaco hoy? A la socrática, cualquier cosa menos mirar hacia otro lado como si diera igual que el joven hablara en público sin más. 

¿Nos persuades Trasímaco? ¿Te expones de una vez a ver si abriendo tu herida se puede curar con algo de lo que digamos o con alguna pregunta o con lo que tú mismo vas pensando?

Lo que Trasímaco responde, como no puede esperarse otra cosa, es burlesco y desafiante, con absoluto desprecio. En verdad, al modo como trataría cualquier dictador al rebaño. "¡Eres un crío, Sócrates! ¿Te doy de comer? ¿Hago de criada para ti? ¿Abres la boca y te la voy llenando? Deja de pensar, que ya lo hago yo por ti." 

Una metáfora aquí idiotesca -esta del comer-, que en otros textos es traída por Sócrates para hablar del peligro de los discursos escuchados, sin más. Y cómo el mero escuchar algo ya es arriesgar el alma. Y no hay otra opción más que estar en el vivir humano que exponerse, no hay más opción que la necesaria exposición. Siendo así, ¿al menos con un escudo filosófico, con alguna pregunta preparada para comenzar? 

Sócrates deja ver, en el diálogo, que no es un niño, que no es necesario tal tratamiento infantiloide y empequeñecedor. Quizá Trasímaco no debería tratar a nadie de ese modo, haciéndole tragar palabras. Así que, tomando la palabra Sócrates le pide que siga adelante, que no se distraiga demasiado y que sostenga, que mantenga, que aguante y agarre bien lo que está diciendo, que soporte sólidamente, que se haga "sujeto" de lo que dice y no se desvanezca, ni cambie a la primera de cambio. Y, si quiere cambiar, en lugar de permanecer, que lo diga clarísimamente. Es decir, que se tome en serio eso de ser persona en tanto que sujeto, y lo demuestre haciendo evidente su capacidad y posición, y si lo que enseña es realmente lo que vive, y si él es uno y no varios. Por tanto, que se deje de cuentos y no trate a nadie como a un niño. ¡Ni a sí mismo!

ἀλλὰ πρῶτον μέν, ἃ ἂν εἴπῃςἔμμενε τούτοις, ἢ ἐὰν μετατιθῇφανερῶς μετατίθεσο καὶ ἡμᾶς μὴ ἐξαπάτα.

Para tatuárselo. ¿Esto no es como un juramiento socrático, filosófico? Aquí, en el diálogo, a nadie se le impide cambiar de posición, con tal de que lo haga abiertamente y sin complejos. Aquí no se sanciona, ni se ridiculiza al que se contradice, salvo que no se dé cuenta y continúe más allá de su contradicción. Aquí nada se toma a broma y se busca en serio la verdad, ahora de lo justo y lo injusto. Es decir, aquí todo menos el engaño y la actitud trasimaquea. 


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