domingo, 4 de abril de 2021

Leyendo a Balthasar (004). Gloria I. Introducción (01).

La introducción, como un primer acceso, son cien páginas en siete capítulos, en los que se va dibujando un verdadero itinerario clamoroso e impregnante, en el que se apuntan la intuiciones fundamentales que luego se irán desarrollando. Aunque Balthasar se lo toma como un modo de sentar bases para ulteriores andanadas. 

1. Punto de partida y propósito final. 

Cómo empezar y con qué palabra. "Alguien que quiere situarse ante la verdad -en toda su integridad...-" y como persona integral y de razón amplia y abierta, ¿qué puede ser lo primero que diga? Y Balthasar escoge "belleza".  Pero "en un mundo sin belleza", necesitado de ella, que ha roto la unidad entre lo bello, la bondad y la verdad, y sufre esa ruptura.

Este punto de partida no es el encuentro con lo estético como adorno y apariencia, sino el aparecer mismo de lo bello junto a la verdad y el bien. De hecho, la crítica que hace Balthasar de la realidad que tiene presente es desconsoladora. Alerta de la caída del ser, del pavoneo de la maldad justificada, del interés en el interés y no en la verdad. Sin belleza, el bien ha perdido su fuerza atractiva y la verdad carece de la fuerza su conclusión lógica. Y, sin embargo, belleza y todas las palabras que giran alrededor del misterio de la forma o de la especie.  

El primer párrafo, en el que alude a la persona de reflexión y acción, para tomar posición como persona que piensa y actúa en esta tarea teológica, sitúa a la persona en el disparadero. La cuestión antropológica será fundamental. Es la persona, que pienso yo que deberíamos dejar vivir más, sin asaltarla con tantas preocupaciones e interpretaciones ajenas, la que está llamada a ejercitarse aquí. Y la persona será la cuestión central, no desgajada del Dios que se da a conocer. En el segundo párrafo, la integralidad de la persona, no una parte de ella, ni un punto concreto. La persona es la que es, con su drama. 

Y el tercer párrafo, sobre la belleza. Alguna de sus notas, para entender a lo que realmente se refiere y no confundirlo con aquello que no sea lo impactante, el acontecimiento, el desvelamiento y la revelación, la fuerza que atrae y sustrae de sí, que reclama, que comunica, que exige, que aproxima y une. Divido el párrafo mismo, en sus puntos: 

  • Unificadora. La belleza, la última palabra a la que puede llegar el intelecto reflexivo, ya que es la aureola de resplandor imborrable que rodea a la estrella de la verdad y del bien y su indisociable unión.
  • Gratuita, donada. La belleza desinteresada, sin la cual no sabía entenderse a sí mismo el mundo antiguo, pero que se ha despedido sigilosamente y de puntillas del mundo moderno de los intereses, abandonándolo a su avidez y su tristeza.
  • Humanizadora. La belleza, que tampoco es ya apreciada ni protegida por la religión y que, sin embargo, cual máscara desprendida de su rostro, deja al descubierto rasgos que amenazan volverse ininteligibles para las personas. 
  • Esperanzadora. La belleza, en la que no nos atrevemos a seguir creyendo y a la que hemos convertido en una apariencia para poder librarnos de ella sin remordimientos. 
  • Exigente. La belleza, que (como hoy aparece bien claro) reclama para sí al menos tanto valor y fuerza de decisión como la verdad y el bien, y que no se deja separar ni alejar de sus dos hermanas sin arrastrarlas consigo en una misteriosa venganza. 
Sin belleza, "incapaces de rezar, pronto las personas serán incapaces de amar."



Imagen: Sieger Koder. 

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Referencias bíblicas: -. 

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Autores citados: -. 

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Conceptos clave: belleza. 

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