viernes, 8 de enero de 2021

Los dedos acusadores

Las preocupaciones nublan. Pensar con libertad requiere horizonte. Continuamente aparecen asuntos que reclaman la atención y la gastan. Descentrar me parece una palabra tan acertada como desconcentrar. La diferencia es sutil. Tiene más fuerza la segunda. 

Ya queda muy poco para la vuelta a las aulas. Si enero es complicado siempre, este año no lo está poniendo nada fácil. Calentando motores. Más necesario que nunca. Voy mirando de reojo la mochila. Tengo previstos los libros que llevaré el primer día en la mano. También el color de la camiseta térmica y la camisa que irá encima. Toca empezar Descartes y la identidad de Jesús sometida a prueba. Quedan unas cuántas cosas que planificar. ¡Ninguna broma!



Ayer leí un nuevo artículo sobre el móvil en el aula/colegio. Hace años (sí, años) le dediqué un artículo que anda por ahí y que mantengo en pie. El asunto fundamental no es el móvil, sino el uso que se le da. Así de sencillo. Todo el mundo puede descubrirlo por sí mismo. No hace falta ser ningún lumbreras. 

Lo que no leo normalmente es lo consolidado que está un uso disperso del móvil entre los jóvenes, que pasan de una cosa a otra. Lo llaman "multitarea", pero un ordenador o dos pantallas al mismo tiempo no es lo mismo que un solo dispositivo. Considerarlo es fundamental, a mi entender. 

Pero, a estas alturas, los estudios sobre rendimiento académico y los problemas de atención, vinculados al uso del móvil en niños y adolescentes, lo mismo que en jóvenes y adultos, no se pueden reducir tan pretenciosamente a la escuela y el aula. ¿Qué ocurre en casa? ¿No es allí donde más desprotegidos están, donde hay -y me permito generalizar- menos regulación, conocimiento y seguimiento sobre su uso? Creo que las familias deberían hacérselo mirar sinceramente. 

Defiendo y he defendido la tecnología orientada éticamente, como herramienta en ayuda de la humanidad. Es su lugar propio. No funcionar por sí misma, sino estar a su servicio. Tengo la sensación de que Buber se ha olvidado, que el progreso se sigue usando conceptualmente sin profundizar mínimamente en su desarrollo. Una y otra vez, se repite. 

El móvil es extraordinariamente potente. Ojalá se hubiera encaminado desde el inicio hacia aspectos de relación, comunicación, proyectos, intereses, cultura, sensibilidad social, moderación... Es decir, ojalá se hubieran puesto desde el principio los fines últimos, con claridad, y no hubiera tratado como una herramienta de ociosidad sin sentido, llena agujeros existenciales, carroñero de vida y humanidad. 

Por si fuera poco, la pandemia, en esto, por un lado se presenta como la salvadora de la situación y, por otro, sigue incrementando su dependencia. Se abren las puertas por doquier, pese a ser plenamente conscientes de la necesidad de un sujeto previo maduro y con objetivos, un sujeto que no hay y que no se persigue en la educación utilitaria. 

Siempre me ha resonado con fuerza esta frase: "Precipitado fue el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche." Ya sabéis de dónde es, claro. Establezco una relación fuerte con varios momentos de la Torah, desde el Edén hasta el tiempo de peregrinación por el desierto, desde Adán hasta Moisés. Tiene dos grandes vertientes en las que se puede considerar: la exculpación de uno mismo, la autojustificación precipitada; y la entrega (casi una venta, un cambio) del otro para la propia liberación. No hay nada de amor por el prójimo, por el otro. Ni compasión, ni compromiso. La búsqueda del culpable aumenta, notablemente, el mal en el mundo. (No quiero hacer con esto ningún tipo de versología, que ayer la critiqué en el blog.)

En cuanto pueda, retomo los artículos en otros blogs. El año pasado escribí en  Vida Nueva (vidanuevadigital.com) algo que considero muy acertado y que sigue vigente: "Abrir la memoria a la esperanza." Recuerdo el momento en el que lo redacté.  

Hoy lo dejo aquí. Tengo muchas y buenas lecturas acumuladas desde las repetidas visitas de los Sabios de Oriente. Libros, libros y libros sin parar. El único lugar donde no me han traído un libro es en mi propia casa. Qué curioso. He tenido que solventar este desajuste por mí mismo. 

LECTURAS 
Estoy interesado en más sugerencias sobre estos temas.
¡Comenta, comenta!

  • LEGUTKO, Ryszard, Los demonios de la democracia. Tentaciones totalitarias en las sociedades libres, EDICIONES ENCUENTRO. Ayer se me olvidó citarlo. Yo me lo miraría, independientemente del autor, que quizá pueda espantar a algunos. 

  • BURLEY HOFMANN, Janell, iRules. Reglas razonables para una familia sana y tecnológica, RIALP. Un libro constructivo, que no ahorra los dilemas del momento actual. Centrado en la vida familiar, con proyección hacia la escuela. A mi entender, pone el dedo en la raíz del asunto. No deja para el colegio lo que se debe hacer en casa. Sostiene sin ambages el origen de la vida y el principio fundamental del desarrollo del niño y el joven. Todo comienza aquí, en el hogar. ¡Absolutamente recomendable!
  • PATINO, Bruno, La civilización de la memoria de pez. Pequeño tratado sobre el mercado de la atención, ALIANZA. Va a doler leerlo. El mercado que lo puede todo. Un análisis muy materialista del asunto de hoy. Tratado sin frivolidad, descubriendo lo que vemos y nos resulta invisible, lo que hay detrás del sistema que usa y abusa de las personas hasta impedirles siquiera percibir su propia vida. ¡Si leyésemos más a san Agustín, quizá no estaríamos en estas!
  • DESMURGET, Michael, La fábrica de cretinos digitales. Los peligros de las pantallas para nuestros hijos, PENÍNSULA. Muy crítico. Para mi gusto, excesivo. Alarmista. Es fácil vender estos libros, sin dar ninguna clave. Cultiva la preocupación sin esperanza, sin saber qué hacer con la parte irremediable de la tecnología, y atisba de lejos su bondad. Pone parches, previene. Ayuda más a despegarse que a discernir cuál es el lugar en el que debe estar. Sin centro, todo se vuelve tan relativo que no hay criterio que evalúe. Aquí, sin embargo, hay evaluación y seria, un juicio sobre nuestro tiempo. 

NOTAS 

  • Lo de la subida de la luz y el gas es tremendo. Estas cuestiones, tan básicas, deberían estar entre las preocupaciones primeras. Informarse de cómo es el asunto y las razones que llevan al aumento no es cosa de un rato. Sacudir demagogias, una vez más, y luego enterarse bien de los mercados. Tanta política vacía agota. 
  • La hospitalidad es un mandato bíblico. No se nombra por sí mismo entre los diez, porque probablemente sea un "transversal". Quizá alguien haya escrito sobre la relación entre la Ley y la hospitalidad. No lo conozco. Estaba tan incrustado en la cultura del desierto, que no hacía falta ni decirlo. 
  • Si alguien tiene mi libro "El concepto de angustia" de Kierkegaard, de Trotta, que sepa que ya lo he solucionado. Que lo disfrute. Pregunta fácil: ¿en qué estadio situarlo: estético, ético, religioso? ¿O en todos?
  • He recibido hoy el primer volumen de Joel Marcus sobre "El evangelio de Marcos". No deja de asombrarme y apasionarme. Estoy en el mejor lugar para aprender, atisbando lo mucho que queda, profundizando. Me estoy haciendo una biblioteca poderosa sobre el corazón de la Biblia. Si todo va bien, el siguiente será para mi cumpleaños. Apuntad por ahí, principios de febrero. (Ahora bien, al evangelio no se entra sin vida, sin vivir.)
  • Le dedicaré tiempo a "Jesús. La enciclopedia" de la Editorial PPC. Ya os contaré. Son 27 capítulos, 91 autores diversos. Grandes temas, expertos en la materia. Me encanta la última página de cada capítulo. La primera de ellas, de Jean-Luc Marion es espectacular. Solo he podido leer el inicio. Una síntesis centrada, de expertos y para un gran público. Con mucho arte y muy cuidado el volumen. Tengo que pensar en qué lugar lo pongo para que brille bien en casa. 

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